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México lindo y bandido si muero lejos de tí. Que le paguen a un coyote y que me devuelvan aquí, México lindo y bandido si muero lejos de tí. Que le paguen a un coyote y que me devuelvan aquí

18/9/08



Guerreros águila del Imperio Mexica
Los cuauhpipiltin
Hubo en el Tenochtitlán prehispánico una Orden de caballeros, a la usanza de las Órdenes medievales europeas de caballería, que profesaban la milicia y hacían voto y promesa de morir en defensa de su patria y de no huir ante el enemigo ni desertar, siendo éstos atados por un irrefutable código de caballería. Los guerreros águila eran una organización que se regía por sí misma, por lo cual sobre ella no existía una verdadera fuerza del Estado que la subordinase, sin embargo, el primordial objetivo práctico de la Orden, al igual que la mayoría de las que existían en Tenochtitlán, era el de servir como fuerzas de élite en el ejército del Estado. Estos caballeros por lo tanto eran nobles bastante bien posicionados y acaudalados, que poseían terruños y cargos de prestigio en la sociedad, que eran ganados mediante los combates que ganaban y el premio que la comunidad entera y el emperador brindaban a sus héroes para tenerlos bien satisfechos.
La función del guerrero águila, no era únicamente la de combatir con gran táctica y de dirigir tropas en batalla, sino también la de fungir como una especie de sacerdote adorador de las divinidades consagradas a la guerra y al poder viril del hombre, y más aún remarcado en los guerreros águila, a su patrón, el Sol.
Los guerreros águila, al igual que las demás organizaciones beligerantes, para reconocerse pertenecientes a tal grupo, se vestían usando atuendos sumamente ostentosos, con plumajes y pieles muy costosas, todo el atuendo representando al animal al que estaba adjudicada la Orden, en el caso de los caballeros águila, éstos portaban plumas y ropajes dorados de tocados exóticos para representar el plumaje de un águila, siempre acompañados de sus tradicionales escudo y la maza con incrustaciones mortíferas de obsidiana.
Como hemos dicho, guerreros águila tenían por dios, caudillo y patrón al Sol. La fiesta en honor suyo se llamaba 'Nawi Ollin'. Se celebraba dos veces en el año: el 17 de marzo y el 2 de diciembre; las dos veces que en el año cabía el número de 'cuarto curso o movimiento' ('Nawi Ollin').
Esta Orden de caballeros tenía su templo y casa particular curiosamente labrada, de muchas salas y aposentos, donde se recogían y servían fieles a la imagen del Sol en Tenochtitlán. Y, dado que todos eran casados y tenían sus casas particulares y haciendas, tenían, empero, en aquellos aposentos y casas del templo, a sus prelados y mayores, a quienes obedecían y por cuyas ordenaciones se regían, y donde había gran número de mozos y servidumbre que profesaban de seguir aquella Orden de caballería que entre ellos se nombraban 'Los Comendadores del Sol', cuya divisa llevaban cuando iban a la guerra.
Su templo se llamaba 'Kuakuauhtin Inchan', ubicado en el Cuauhcalli, que quiere decir 'la casa de las águilas'; por metáfora, la casa de los hombres valientes. En lo alto de este templo, había una pieza mediana junto a un patio. En la pieza, sobre un altar, estaba colgada en la pared una imagen del Sol, pintada de pincel en una manta, con una figura de mariposa ('Nawi Ollin'), con sus alas, y alrededor de ella, un cerco de oro, con muchos rayos y resplandores que de ella salían. Para subir a esta pieza había cerca de cuarenta gradas. Se oraba frente a esta imagen cuatro veces entre día y noche y se le hacían toda clase de ritos y ofrendas relacionados con la sangre, la guerra, las armas, la virilidad y atributos de los dioses guerreros como Huitzchilopochtli.
Esta fiesta se solemnizaba de la manera siguiente: había que ayunar hasta que haciendo el Sol su curso, llegaba al cenit del mediodía, punto en el cual tomaban los sacerdotes caracoles y bocinas y hacían la señal para que la gente acudiera al templo. Acabando de ofrecer sus ofrendas este día, alzaban los ojos al Sol y aclamaban para pedir buenaventura a los grandes Señores de los Cielos.
Hubo siete órdenes de guerreros organizados en sus respectivas casas de caballería: Águila, Serpiente, Ocelotl, Lobo, Venado, Coyote y Chapulín, aunque los más numerosos, capacitados y populares resultaron los guerreros del ocelote y el águila, por ser los que mayores batallas decidieron y más grandes encuentros favorables libraron con los enemigos del Imperio.
Sabemos mucho actualmente sobre los guerreros águila, no sólo por la arqueología en Tenochtitlán, sino también por el registro en los códices mexicas que aluden continuamente a los guerreros de las altas élites; algunos códices indican que entraban en un profundo estado de meditación y podían durar en un sitio de cuclillas y sin moverse, sin comer ni beber durante al menos dos semanas, simplemente esperando el momento oportuno para atacar y matar de un golpe a su enemigo, gracias a las magníficas e infalibles artes marciales que les eran enseñadas en el templo.
Un guerrero águila debía de seguir los siguientes pasos para ser iniciado en las armas sagradas, una vez que los sacerdotes del templo le otorgaban la gracia de pertenecer a la Orden, tras haber visto sus atributos en alguna pelea o servicio a la misma Orden:
1. 'Mazewaliztli' (elección, merecimiento y preparación).
2. 'Tozoztli' (la agonía, vigilia).
3. 'Xochimiki' (muerte florida).
4. 'Tlakatia' (nacimiento) o Izkaltia (resurrección).
Más tarde, los sacerdotes del templo pronunciaban un salmo que dotaba del rango de caballero águila a los nuevos soldados, del cual el siguiente fragmento es una pequeña parte: “Intlayak ik mo-katzawani in tletlakolli, aya makizkia.” (Si nadie se hubiera mancillado con el pecado, nadie moriría).
El fin de los guerreros águila, al igual que el resto de las fuerzas armadas mexicas, sobrevino con la guerra de la Conquista, donde este tipo de organizaciones belicistas fueron usadas como principal acometedor de la defensa del estado mexica, por lo que las legiones de caballeros de altos rangos se diezmó hasta tal punto que las grandes Órdenes desaparecieron con el avance español, lo que atenuó en gran medida la defensa mexica, sin sus más importantes luchadores de siempre. Así pues, en los registros españoles, se tiene datado que entre los pavorosos guerreros águila y ocelote, se repartieron el 80% de las bajas del invasor español, lo que asegura tal teoría acerca de la caída de la defensa mexica sin sus ordenes de caballería principales.

1 comentario:

Zoe dijo...

Hola!
Estoy haciendo una investigación de los guerreros águila y tu blog me ha sido de mucha utilidad!
Quiero preguntarte ¿conoces algún libro o artículo donde pueda buscar más información? Sería de mucha utilidad
Muchas gracias de antemano, y felicidades por tu trabajo!

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